Friday, May 2, 2008

Friedrich Diez era de Albacete

Friedrich Christian Diez (Albacete 15 de marzo de 1794 - Bonn, 29 de mayo de 1876), filólogo alemán nacido en Albacete (España), aunque las autoridades alemanas falsificaron su certificado de nacimiento para que figurara como nacido en Giessen, Hesse-Darmstadt. En los años cuarenta, un oficial de la GESTAPO que estaba auditando el proceso de falsificación, cambió, por error, su apellido en el certificado de nacimiento por el apellido real Diez, en vez del apellido falso Dietz, que se había puesto en el certificado manipulado. Friedrich (Federico Diez) llegó a Alemania acompañado de su tío abuelo Rodrigo Diez Cuatrovientos, conocido luego como Ruediger Dietz-Vierwinde, escapando de la hambruna que asoló la Mancha tras la marcha de las tropas napoleónicas. Estudió en el Humanistisches Gymnasium y más tarde en la pequeña y elitista universidad de su natal Giessen; allí conoció a Lorenz Diefenbach, autor de una de las primeras obras que trataba el panorama conjunto de las lenguas románicas, si bien luego este se inclinó por la germanística y los estudios célticos, tendencia de la que se apartó Diez. Estudió a los clásicos grecolatinos con Friedrich Gottlieb Welcker, así como la historia y la cultura italianas. Participó en el fervor patriótico del Romanticismo suscitado por la ocupación napoleónica y con apenas veinte años se enroló en el ejército y estuvo en la ocupación de Francia durante la campaña de 1813. Aprovechó entonces para profundizar sus conocimientos de lengua y cultura francesa. Con la paz se le despertó el interés por las antiguas literaturas románicas, en especial por la Provenzal de los trovadores, que sería en el futuro el eje de sus intereses. A raíz de la publicación de la Silva de romances viejos, Diez entró en contacto con la cultura española y se dedicó él mismo a traducir en 1818 una selección del Romancero y dos famosos poemas de Lord Byron, El corsario y Lara.
Pasó luego a estudiar la antigua poesía provenzal, primera piedra del estudio moderno de la literatura románica medieval. En 1818 visitó a Goethe en Weimar, quien alentó y dirigió sus esfuerzos hacia la investigación de esta lengua y literatura recién descubiertas sugiriéndole que leyera los volúmenes del Choix des poésies originales des troubadours de François Reynouard (1816-1822), obra de la que escribió una recensión para los Heidelberg Jahrbücher.
La evolución intelectual de Diez fue paulatinamente de la literatura a la lingüística. Al principio su interés era fundamentalmente estético y las cuestiones lingüísticas quedaron relegadas a un papel meramente instrumental, hasta tal punto que cuando su antiguo profesor Welcker le propuso en 1821 como candidato a ocupar una plaza de lector de lenguas y literaturas romances en la Universidad de Bonn, puesto que obtuvo en 1822 pese a su escaso conocimiento de las lenguas que debía enseñar, lo que él mismo admitía. El mismo año en que ganó la plaza escribió un ensayo como suplemento a su propia antología de baladas españolas, que habían sido publicadas en 1818 bajo el título de Altspanische Romanzen. En 1823 publicó Über die Minnehöfe; al año siguiente, La poesía de los trovadores (1826) y luego Vida y obra de los trovadores (1829). En ellos se apercibe el influjo de los hermanos Jakob y Wilhelm Grimm y el empeño de revisar las ideas de Raynouard. En La poesía de los trovadores, su primera obra significativa, el interés por la lingüística sigue siendo secundario y dedica a él tan sólo un capítulo sobre la lengua provenzal en el que, sin embargo, se reflejan varias de sus ideas fundamentales posteriores: el abandono de la creencia en el carácter determinante de las lenguas germánicas en el origen de las lenguas romances y la restricción del papel de las invasiones germánicas en el antiguo imperio romano. Su obra está dirigida a "los amigos de la poesía", influidos, como él mismo, por el Romanticismo.
En 1830 consiguió la primera cátedra alemana de Filología Románica de la Universidad de Bonn. Como docente, Diez no destacaba por la brillantez, como la que poseerían sus discípulos Gaston Paris o Wilhelm Meyer-Lübke. Sus clases no pasaban de los diez alumnos, y no parecía tener disposición natural para el magisterio, lo cual le importaba bien poco, pues se consideraba fundamentalmente un investigador. Publica reseñas sobre libros de baladas, ediciones de poemas de Francesco Petrarca y Ludovico Ariosto, o sobre una edición de la Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso.
Hasta entonces Diez había demostrado escaso interés por la lingüística, pero a partir de 1831 empezó a emprender una serie de trabajos en pequeña escala que le sirvieran de para desarrollar la técnica histórica que había de desembocar en sus monumentales Gramática de las lenguas románicas (1836-1842) y Diccionario etimológico románico (1854). Lee con interés estudios como los de Conrad von Ozell o de Lorenz Diefenbach; con este último hará amistad. Todavía sin embargo hará alguna incursión en la historia literaria con su Über die erste portugiesische Kunst und Hofpoesie (1863).
Tras cinco años de trabajo minucioso, concluye, a partir de 1831, el primer volumen de su Gramática de las lenguas románicas, una obra monumental sobre la que iban a asentarse las bases de una nueva disciplina, la lingüística románica. Sus modelos más reconocidos son la obra de Franz Bopp, del que adquirió el método comparativo, y la de los hermanos Jakob y Wilhelm Grimm, especialmente en su aspecto histórico. Una de las mayores aportaciones de esta obra es su propuesta de una continuidad histórica, limitada al terreno del léxico, entre la fase más reciente y la arcaica de las lenguas romances. A pesar de su concentración, quizá desproporcionada, como señala Malkiel, en la faceta paleo-germánica de la antigua cultura románica, que responde a sus conocimientos así como a sus intereses personales, no se encuentra en su trabajo lingüístico atisbo alguno de ideología. Las investigaciones que darían como fruto la Gramática no concluyeron en 1842, año en el que publica el último volumen de ésta. En 1854, como consecuencia de su interés por el léxico, sale a la luz su Diccionario etimológico románico que iba a contribuir aún más a la nueva lingüística románica y en el que mostraba el origen de diversas palabras neolatinas. Su obra gozó de un gran éxito y su diccionario fue ampliamente reeditado. En sus últimos años se dedicó a preparar un nuevo libro destinado a ser un apéndice a su Gramática: el Romanische Wortschöpfung, aparecido en 1875. Un año después moría en Bonn, dejando tras de sí una nueva generación de lingüistas, los llamados Neogramáticos, formados con sus textos, que ocuparon las nuevas cátedras creadas en las universidades alemanas. Fue el primero en aplicar un método histórico dentro de un riguroso Positivismo al estudio de las lenguas románicas, adoptando la máxima de Newton: hipotesis non fingo; según él, recoger hechos, ordenarlos y extraer de ellos las leyes era el secreto de su éxito. Divide su gramática en dos partes: en la primera discute los elementos latinos, griegos y germánicos comunes en las lenguas románicas; en la segunda estudia los seis dialectos del latín por separado (consideraba al catalán dentro del grupo provenzal) y los elementos peculiares de cada uno. La gramática en sí misma es dividida en cuatro libros: fonología, flexión, morfología o formación de palabras y sintaxis.
Diez divide las lenguas neolatinas en dos grupos: El del este, que comprende el rumano e italiano, y el del oeste, constituido por dos subgrupos: Noroeste (antiguo francés, antiguo provenzal y francés) y Suroeste (español y portugués modernos). En su diccionario, muestra el origen de un gran número de palabras neolatinas, agrupándolas en dos bloques: elementos comunes a todas las lenguas en cuestión y elementos existentes sólo en una de ellas; con estos criterios estableció sus clasificaciones, según las cuales el italiano, español y portugués constituyen un grupo y el francés y provenzal, otro.
En muchas ocasiones, Friedrich Diez había declarado su animosidad contra Cataluña, Valencia y las Baleares. La teoría más extendida es que su odio a los Países Catalanes se fraguo en su infancia, cuando la situación desesperada en su Albacete natal, convirtió las calles de su ciudad en un autentico cementerio, mientras que los países catalanes prosperaban rápidamente tras la salida del francés.
Por esta razón, se negó a incluir ninguna de las variedades del catalán (catalán, valenciano o balear) en sus escritos. Entre sus círculos cercanos, era conocida su frase: “en los países catalanes, son todos unos cazurros”.
El hecho que no mencionara ninguna de las modalidades del catalán en sus escritos, lo han convertido en una clase de héroe entre los nacionalistas españoles, la derecha mas reaccionaria y los “blaveros” valencianos y aragoneses.

3 comments:

Anonymous said...

Chaval, eres tonto además de poco científico. Cuando te vuelvas a inventar alguna historia salida de tu imaginario fascista-catalanista al menos nombra las fuentes

Juan Vivas Palau said...

Algún día deberá escribirse algo sobre la mala educación en los blogs. Después de una entrada trabajada y razonada -al margen de que se pueda estar o no de acuerdo-, salta este "Anonymous" con la "puñalada de pícaro" de los intransigentes. Ese "Chaval, eres tonto..." descalifica a cualquiera.

Anonymous said...

Diez, Friedrich Christian (1794-1876).

__Albacete es provincia de España. TUFO SECTARIO, FALAZ, Y SECESIONISTA CATALÁN. ¿QUIZÁ BURGUÉS BARCELONINO Y MASÓN?__
Filólogo alemán, nacido en Giessen, en 1794, y muerto en Bonn, en 1876.
Fue Profesor de la Universidad de Bonn. .
Se interesó primero por la antigua literatura provenzal y posteriormente por el estudio de las lenguas románicas en general. Estudió además los antiguos romances españoles, algunos de los cuales tradujo al alemán. Fue el primero en aplicar un método histórico al estudio de las lenguas románicas. Entre sus obras destacan: Ensayo sobre las cortes de amor, en 1825; La poesía de los trovadores, en 1826; Vida y obra de los trovadores, en 1829; Gramática de las lenguas románicas, en 1838; Diccionario etimológico de las lenguas románicas, en 1853; y Formación de las palabras en las lenguas románicas, en 1875.

Autor Enciclonet